Como una hoja de papel que rompe por la lluvia tas caerse y caerse en la acera mojada, pisada, hundida, que llegó asta lo mas bajo, sucio y horrendo.

Se le están borrando las letras, las palabras, los párrafos; se difuminan, se borran. Nadie podrá volver a leerlo, nadie podrá volver a reconstruir algo que se borró, que se que quedó en blanco y que poco a poco se deshace. La pisan y vuelven a pisar. Alguien se para y mira hacia bajo. La coge. Se para a mirar que es y intenta adivinar que ponía asta que se da cuenta que ya no tiene solución, no tiene remedio, no tiene nada, ni letras borrosas ni nada, por esperar tanto tiempo a recogerla, a que alguien se parara, a que alguien se preocupara. Pero decidió enseñar a la gente que asta lo irremediable se puede arreglar.

Se la llevó para casa. La arregló y decidió escribir en ella una historia, la historia que se borró quedo en la acera mojada. La historia trataba de que todo se puede. Todo tiene solución. Todo tiene algo, algo que lo soluciona, que si quieres borrar la hoja de papel, recorrerás todos los países, todos los pueblos, andarías por todas las aceras buscando aquella tienda en la te vendieran tu goma de borrar especial. 

Porque todo tiene solución. Si lo quieres lo consigues. Si estás obligada a hacerlo, nunca lo conseguirás. Porque no quieres hacerlo, no quieres borrar la hoja de papel que se deshizo en la acera. Aquella que ahora ya tiene otra historia que contar.